"El asfalto", "NN23" y "El transplante" son capitulos emblematicos de la serie de terror "Historias para no dormir" de la Television Española, que su realizador, Narciso Ibañez Serrador, prefiere definir como: "Historias para pensar"... "Programas con mas ambicion que el resto de sus compañeros de seie... Programas que nos sirven como valvulas de escape, a la par que como experimentacion, como intentos de busqueda de formas de hacer nuevas...(cosas) en television, y por supuesto, diferentes a las de nuestros habituales programas..."
"El Transplante". "... El transplante... es un programa ambicioso de forma, y extraño de contar... Su objetivo... no es el de satirizar ni criticar las ultimas magnificas conquistas de la cirugia... el proposito de "El transplante" es el de defender al individuo contra la masificacion, el de defender al Hombre Unidad que intenta destacar sobre el hombre cordero, sobre el rebaño humano..."
Sinopsis: En el futuro, los tranplantes de partes del cuerpo son una realidad social muy arraigada. Un hombre rechaza de plano los transplantes de órganos porque cree que de esa manera conserva su integridad. "Gilda Stroheim" o La Gran Bomba Sexy del Cine: es un fragmento de "El transplante" donde se cuenta como un muy importante estudio cinematografico busca crear a la estrella perfecta, armandola por partes, al modo de un monstruo de Frankenstein, que adquiere una ideosincracia propia, no tan "correcta", ni tan glamorosa, como se esperaba.
Bajo su identidad de Luis Peñafiel, Ibáñez Serrador se encarga de elaborar los guiones para una nueva serie de televisión de corte episódico que se titulará "Historias para no dormir". En ella se contemplan fundamentalmente los géneros de terror y de ciencia ficción. Como particularidad muy importante hay que destacar que el público tiene acceso a grandes autores, pues la mayoría de los episodios son adaptaciones de relatos muy conocidos para los aficionados al género.
La serie comienza a emitirse en 1965 con la emisión del capítulo El extraño sr. Killerman. Durante toda su duración, que se extendería hasta 1974, se hacen versiones de relatos escritos por Ray Bradbury, Carlos Buiza, Henry James, Arthur C. Clarke, Edgar Allan Poe o guiones originales del propio Ibáñez en su personalidad de Luis Peñafiel.
Narciso “Chicho” Ibáñez Serrador: Uruguayo, hijo de Narciso Ibáñez Menta, actor de cine, teatro y TV, director, productor guionista de cine, teatro y televisión, Ex-Director de TVE. Narciso decìa que el mejor guionista que haya tenido ha sido su hijo. Trabajaron juntos en múltiples obras cinematográficas y televisivas: “El asfalto”, “Obras maestras del terror”, “El fantasma de la ópera”, “El televisor”, “El extraño caso del sr. Valdemar”, “El último reloj”, “NN 23”, “El trasplante”, etc.
Narciso Ibáñez Menta: Español, actor de radioteatro, teatro, cine y TV, maquillador, escritor y director de teatro y guionista de cine. Protagonizó más de 20 películas, 100 programas de televisión y más de 200 obras de teatro en Argentina, España y el resto del mundo. Se auto-caracterizó en decenas de personajes diferentes.
Invasión es la leyenda de una ciudad, imaginaria o real, sitiada por fuertes enemigos y defendida por unos pocos hombres, que acaso no son héroes. Luchan hasta el fin, sin sospechar que su batalla es infinita.
"Se trata de un film fantástico y de un tipo de fantasía que puede calificarse de nueva. No se trata de una ficción científica a la manera de Wells o Bradbury. Tampoco hay elementos sobrenaturales. Los invasores no llegan de otro mundo: y tampoco es psicológicamente fantástico: los personajes no actúan - como suele ocurrir en las obras de Henry James o Kafka- de un modo contrario a la conducta general de los hombres. Se trata de una situación fantástica: la situación de una ciudad que esta sitiada por enemigos poderosos y defendida - no se sabe por qué- por un grupo de civiles (...). De modo que - lo repito- hemos intentado (no sé con qué fortuna) un nuevo tipo de film fantástico: un film basado en una situación que no se da en la realidad, y que debe, sin embargo, ser aceptada por la imaginación de espectador."
Jorge Luis Borges.
Hugo Santiago rodó "Invasión" luego de haber sido durante siete años asistente de uno de los grandes del cine como Robert Bresson y de haber filmado dos elogiados cortos: "Los contrabandistas" y "Los taitas".
Durante la larga gestación de "Invasión", Santiago contó con un argumento original escrito a cuatro manos, entre Bioy Casares y Borges, mientras que éste participó luego de manera activa con el director en el armado del guión.
"Invasión vuelve sobre algunos motivos que ya estaban en Los orilleros y en El paraíso de los creyentes, dos guiones anteriores de Borges y Bioy Casares: la estilización, el trabajo sobre los géneros, los personajes arquetípicos, la obsesión de una trama perfecta", dice Oubiña en el libro Invasión: Borges/Bioy Casares/Santiago, en el que repasa también algunas influencias literarias y cinematográficas, como el film noir norteamericano de Josef von Sternberg, Fritz Lang y Raoul Walsh.
También se pueden advertir en este film retrofuturista con fotografía en blanco y negro a cargo del gran Ricardo Aronovich el influjo de la nouvelle vague francesa, de Macedonio Fernández y, claro, de "El Eternauta", de Héctor Germán Oesterheld. (La película también está ambientada en 1957.)
"Aquilea es Buenos Aires pero es Aquilea y es la Argentina pero es Aquilea."
Hugo Santiago.
Hugo Santiago: Radicado en Francia en 1959, fue asistente de dirección de Robert Bresson. Luego regresó a Buenos Aires para dirigir la mítica Invasión (1969), una auténtica película de culto para los cinéfilos argentinos. Escrita junto a Jorge Borges y Adolfo Bioy Casares, tiene como escenario a Aquilea, una ciudad sitiada, que remite de forma indudable a Buenos Aires. Con Olga Zubarry y Lautaro Murúa como protagonistas, cruza de forma vanguardista el policial negro con el género fantástico en un escenario futurista pero cercano. Después volvió a radicarse en Francia, donde rodó películas como Los otros (1974), también con guión compartido con Borges y Bioy Casares; y Écoute voir... (1979), con Catherine Deneuve. Con Las veredas de Saturno (1986), volvió al escenario de Aquilea, en una alegoría sobre la última dictadura que sufrió la Argentina. El guión fue escrito junto al escritor Juan José Saer. Luego filmó La gesta gibelina (1988) y El lobo de la costa oeste (2002).
Ricardo Aronovich: director de fotografía argentino. Realizó su mayor producción en Europa, haciendo la dirección de fotografía de gran parte de la filmografía de Alain Resnais, Miguel Littín, Costa Gravas, Hugo Santiago, Louis Malle, Ettore Scola y Costa Gavras. En Brasil trabajó junto a directores como Ruy Guerra y León Hirszman y contribuyó a crear la fotografía del cinema novo. Ademas, se desempeñó como director de la cátedra de fotografía en la Escuela Internacional de Cine y TV de Cuba, y escribió en 1997 el libro "Exponer una historia". Aronovich reconoce que aparte de Nevsky y otros clásicos rusos fue influido por los expresionistas alemanes, el neorrealismo italiano y el cine inglés y un poco por la nouvelle vague francesa pero, aclara, no por el cine americano.
“Spellbound” (1945), es un thriller psicológico del director Alfred Hitchcock, basado en la novela de Francis Beeding, “The House of Dr. Edwardes” (1927). La cinta está protagonizada por Ingrid Bergman, Gregory Peck, Michael Chekhov y Leo G. Carroll.
Tras haber terminado las filmaciones de “Lifeboat” (1943), Alfred Hitchcock volcó su atención a su próximo proyecto. Consciente del deseo de David O. Selznick de realizar un film que hablara de las posibilidades curativas de la psicoterapia, Hitchcock había estado buscando una novela que sirviera para cumplir este objetivo, y cuyos derechos pudiera adquirir sin complicaciones. La idea del director era evitar los tópicos que pudieran resultar controversiales, y por una vez ganarle a Selznick en su propio juego, adquiriendo la opción cinematográfica de una novela adaptable, para luego revenderle los derechos al productor. La novela escogida por el director sería, “The House of Dr. Edwardes”, la cual había sido escrita por John Leslie Palmer y Hilary Aidan St. George Saunders, bajo el seudónimo de Francis Beeding, y cuyo contenido era un sorprendente relato de brujería, cultos satánicos, psicopatología, asesinato y confusión de identidades, ambientado en un asilo suizo.
Selznick se mostró bastante receptivo a la idea de Hitchcock, principalmente por el hecho de que en aquel entonces se encontraba consultando a un psicoterapeuta. Aunque el productor no se comprometió del todo con el proyecto, si se mostró sumamente interesado en que la historia se enfocara en el psicoanálisis. Finalmente, Selznick decidió comprarle los derechos a Hitchcock, quién dicho sea de paso, se encontraba en Londres, y le encargó la producción de la cinta al guionista Ben Hecht. Poco tiempo después, Hitchcock y Hecht comenzarían a trabajar en la confección del guión, para lo cual visitaron el Asilo de Hartford en Connecticut, la cual sería su primera parada en su recorrido por diversos hospitales mentales, antes de parar en los pabellones psiquiátricos del Hospital Bellevue ubicado en Nueva York. La colaboración entre el director y el guionista resultó ser bastante fructífera, especialmente por el hecho de la fascinación que ambos hombres poseían por los rincones más oscuros de la mente humana. Mientras que Hecht se preocupaba de ir hilvanando una trama coherente, Hitchcock aportaba con los giros argumentales que se apoyaban en aquellos hechos cotidianos que podían convertirse en pequeños traumas.
El guión terminado, contenía una buena parte de las pesadillas y traumas del director. Existe un sensación de latente culpabilidad que cruza toda la cinta, junto con una sensación de legado de las neurosis familiares, lo que no es más que una huella de ciertos recuerdos infantiles que de adulto permanencen escondidos bajo una avalancha de temerosa represión.
Las dos historias de culpabilidad que aparecen en el film, exhiben en cierta medida los propios sentimientos del director: primero está el hombre que cree que fue el responsable de la muerte de su padre; el personaje interpretado por Gregory Peck por su parte, también esconde un sentimiento de culpabilidad que será revelado en el último tramo de la historia. Es la explicación que da el personaje de Bergman, “La gente se cree a menudo culpable de algo que nunca hizo". Pese a todo esto, la escena clave en lo que al psicoanálisis se refiere, sería la famosa secuencia del sueño del personaje de Peck. Hitchcock y Hecht se las arreglaron para convencer a Selznick que contratara a Salvador Dalí para que realizara una serie de pinturas cuyas imágenes serían utilizadas para retratar el aproblemado inconsciente del protagonista.
Aunque Selznick pensó que Hitchcock le pedía esto para obtener algo de publicidad extra, la verdad es que el director quería presentar secuencias oníricas que resultaran vívidas, lo que iba a resultar más fácil gracias a la gran ejecución gráfica del pintor. Pero las extrañas ideas surrealistas de Dalí, algunas de las cuales derivaban de “Un chien andalou” (1929) y “La Edad de Oro” (1930), los films que había diseñado en Paris con Luis Buñuel, llegaron a extremos desmesurados, e incluso Hitchcock tuvo que reconocer que Selznick tenía razón: la secuencia del sueño tal y como fue diseñada y filmada en un principio resultaba demasiado larga e incomprensible (la secuencia originalmente duraba 20 minutos y quedó reducida a no más de dos minutos). Dicha secuencia fue dirigida por William Cameron Menzies, ya que Hitchcock se encontraba en Londres en ese momento, pero su nombre no aparece en los créditos.
El film de Hitchcock también fue pionero en el uso que hizo el músico Miklos Rozsa del particular sonido del Theremin, abuelito de los instrumentos electrónicos, el cual luego sería ligado a todo tipo de desórdenes psicológicos y mucho más tarde, pasaría a formar parte de las clásicas bandas sonoras de las cintas de ciencia ficción.. Su particular ulular se transformó en el perfecto equivalente sonoro de la sensación de extrañamiento e inestabilidad psíquica.
Para interpretar el theremin en este proyecto se intentó contratar a la famosa thereminista Clara Rockmore. Ella se negó, seguramente por ignorancia o prejuicios contra el cine de Hollywood (o tal vez porque no tenía ninguna necesidad económica), ya que no se entiende como despreció tocar para el maestro de maestros, el compositor Miklos Rosza (1907-1995), en una magnífica partitura que luego fue ganadora del Oscar a la mejor banda sonora y que aun hoy se interpreta en directo como obra independiente de la película. Después de buscar otros thereministas, la productora se decantó por el Dr. Samuel J. Hoffman (1904-1968). Por suerte, él se adaptaba a cualquier tipo de proyecto y esto le dio una fructífera carrera como thereminista. Tocó en casi todas las producciones donde sonaba un theremin en esa época, a destacar películas como The lost weekend(Billy Wilder 1945), The Spiral Staircase (Robert Siodmak 1946) o The Red House (Delmer Daves 1947). Dos de ellas con música nuevamente de Miklos Rosza.
La película obtuvo seis nominaciones al Oscar, entre las que se encuentran la de mejor actor secundario (Michael Chejov), mejor fotografía (George Barnes), y mejor director, de las cuales ganó uno a la mejor banda sonora, obra de Miklós Rózsa.
Sergei Eisenstein, Vsevolod Pudovkin, Grigori Alexandrov
Manifiesto del contrapunto sonoro
El sueño largo tiempo acariciado del cine sonoro es una realidad. Los norteamericanos han inventado la técnica del film hablado y lo han llevado a su primer grado de utilización práctica. Alemania, asimismo, trabaja muy seriamente en idéntico sentido. En todas partes del mundo se habla de esta cosa muda que finalmente ha encontrado su voz. Nosotros, que trabajamos en la Unión Soviética, somos plenamente conscientes de que nuestros recursos técnicos carecen de la envergadura suficiente para permitirnos esperar un éxito práctico y rápido en este camino. Pero ello no impide que consideremos interesante enumerar un cierto número de consideraciones preliminares de naturaleza teórica, teniendo en cuenta, además, que si no estamos mal informados parece que este nuevo progreso tiende a orientarse por un mal camino. Porque una concepción falsa de las posibilidades de este descubrimiento técnico no sólo puede estorbar el desarrollo del cine-arte, sino que también puede aniquilar su auténtica riqueza de expresión actual. El cine contemporáneo, al actuar como lo hace por medio de imágenes visuales, produce una fuerte impresión en el espectador y ha sabido conquistar un lugar de primer orden entre las artes. Como sabemos, el medio fundamental -y por añadidura, único- mediante el cual el cine ha sido capaz de alcanzar tan alto grado de eficacia es el montaje. El perfeccionamiento del montaje, en tanto que medio esencial de producir un efecto, es el axioma indiscutible sobre el que se ha basado el desarrollo del cine. El éxito universal de los filmes soviéticos se debe en gran parte a un cierto número de principios del montaje, que fueron los primeros en descubrir y desarrollar.
1.- Así pues, los únicos factores importantes para el desarrollo futuro del cine son aquellos que se calculen con el fin de reforzar y desarrollar sus invenciones de montaje para producir un efecto sobre el espectador. Al examinar cada descubrimiento, situándose en esta perspectiva, es fácil demostrar el escaso interés que ofrece el cine en color y en relieve en comparación con la gran significación del sonido.
2.- El film sonoro es un arma de dos filos, y es muy probable que sea utilizado de acuerdo con la ley del mínimo esfuerzo, es decir, limitándose a satisfacer la curiosidad del público. En los primeros tiempos asistiremos a la explotación comercial de la mercancía más fácil de fabricar y de vender: el film hablado, en el cual la grabación de la palabra coincidirá de la manera más exacta y más realista con el movimiento de los labios en la pantalla, y donde el público apreciará la ilusión de oír realmente a un actor, una bocina de coche, un instrumento musical, etc. Este primer periodo sensacional no perjudicará el desarrollo del nuevo arte, pero llegará un segundo periodo que resultará terrible. Aparecerá con la decadencia de la primera realización de las posibilidades prácticas, en el momento en que se intente sustituirlas con dramas de "gran literatura" y otros intentos de invasión del teatro en la pantalla. Utilizado de esta manera, el sonido destruirá el arte del montaje, pues toda incorporación de sonido a estas fracciones de montaje las intensificará en igual medida y enriquecerá su significación intrínseca, y eso redundará inevitablemente en detrimento del montaje, que no produce su efecto fragmento a fragmento sino -por encima de todo- mediante la reunión completa de ellos.
3.- Sólo la utilización del sonido a modo de contrapunto respecto a un fragmento de montaje visual ofrece nuevas posibilidades de desarrollar y perfeccionar el montaje. Las primeras experiencias con el sonido deben ir dirigidas hacia su no coincidencia con las imágenes visuales. Sólo este método de ataque producirá la sensación buscada que, con el tiempo, llevará a la creación de un nuevo contrapunto orquestal de imágenes-visiones e imágenes-sonidos.
4.- El nuevo descubrimiento técnico no es un factor casual en la historia del film, sino una desembocadura natural para la vanguardia de la cultura cinematográfica, y gracias a la cual es posible escapar de gran número de callejones que realmente carecen de salida; el primero es el subtítulo, pese a los innumerables intentos realizados para incorporarlo al movimiento o a las imágenes del film; el segundo es el fárrago explicativo que sobrecarga la composición de las escenas y retrasa el ritmo. Día a día, los problemas relativos al tema y al argumento se van complicando. Los intentos realizados para resolverlos mediante unos subterfugios escénicos de tipo visual no tienen otro resultado que dejar los problemas sin resolver, o llevar al realizador a unos efectos escénicos excesivamente fantásticos. El sonido, tratado como elemento nuevo del montaje (y como elemento independiente de la imagen visual) introducirá inevitablemente un medio nuevo y extremadamente eficaz de expresar y resolver los complejos problemas con que nos hemos tropezado hasta ahora, y que nunca hemos llegado a resolver por la imposibilidad en que nos hallábamos de encontrar una solución con la ayuda únicamente de los elementos visuales.
5.- El «método del contrapunto» aplicado a la construcción del film sonoro y hablado, no solamente no alterará el carácter internacional del cine, sino que realzará su significado y su fuerza cultural hasta un punto desconocido por el momento. Al aplicar este método de construcción, el film no permanecerá confinado en los límites de un mercado nacional, como sucede en el caso de los dramas teatrales y como sucedería con los dramas teatrales filmados. Al contrario, existirá una posibilidad todavía mayor que en el pasado de hacer circular por el mundo unas ideas susceptibles de ser expresadas mediante el cine.